
Es oficial: la delgadísima línea que separaba la ropa de la calle con nuestro uniforme diario para ir al trabajo se ha desvanecido por completo, y no gracias a una firma nueva en el radar de la moda actual, sino gracias a un viejo conocido de la moda masculina. Tom Ford y su nueva colección Fall-Winter 2019 (que se ha estrenado para sorpresa de todos fuera del horario de la fashion week de una gran capital) nos llega para darnos cuenta de que la funcionalidad de los bolsillos utilitarios, la comodidad de la ropa deportiva y la elegancia tailored pueden fusionarse brillantemente en una misma propuesta.
El diseñador y también director de cine nos sorprende con una entrega en la que destacan colores con tonalidades metálicas: grises que se convierten en armaduras con destellos plateados y cafés que terminan siendo un fascinante detalle de cobre en nuestro look sumando el volumen justo y necesario para no caer en los extremos de lo simplón y de lo exagerado.
Por si fuera poco el uso de tonalidades frías en la construcción de los impecables trajes que ya le conocemos, se va al lado opuesto de la gama cromática y nos sorprende con el uso de pieles, en esta ocasión en un look total en negro con blazer, pantalones y guantes de cuero que juntos funcionan a la perfección, pero que por separado se convierten en piezas fundamentales para el armario masculino de la temporada.
Y por último, la parte de la colección que en lo personal me ha fascinado: Tom Ford se ha inspirado en el óxido del metal para ofrecernos una interesante gama de piezas de abrigo que no podemos dejar de admirar: en primera, un traje de dos piezas que va a la perfección con el suéter de tonos cafés que lleva el modelo, después tenemos una chaqueta acolchada con cierres y varios bolsillos sobre una chaqueta en suede de estilo vintage, para cerrar con otra puffer jacket con cierre asimétrico y bolsillo delantero. Funcionalidad al máximo, ¿no crees?
Como te pudiste dar cuenta, la colección de invierno de Tom Ford no necesitó de un desfile para presentarnos el drama y la elegancia a la que el diseñador nos tiene acostumbrados, porque un buen diseño habla por sí mismo.
Imágenes | GTres