
Parece que Pull & Bear le ha cogido gusto al estilo Heritage y al Hipster, porque sus colecciones están cada vez más encaminadas y el estilo más perfeccionado. Las claves del mismo son un conjunto relajado, añejo, en el que el estilo vintage se entremezcla con uno más urbano. Prendas cómodas, colores discretos y haciendo poco uso de las paletas cromáticas muy exageradas o de los estampados llamativos. El resultado es una colección fácil de poner, llena de básicos para nuestro fondo de armario y que poco a poco, define un estilo único y muy personal. Pull & Bear sabe como tratar con él.
La idea es sencilla: nada de aspavientos, nada de excesos. Los colores se miden y se controlan en su justa dosis y se prefieren los tonos neutros, los cremas y los térreos antes que las explosiones de verdes, amarillos y rojos que estamos acostumbrados a ver.
Los materiales también intentan adaptarse a esta nueva exigencia: el punto, la pana, el denim… todos ellos lucen cansados y envejecidos gracias a los lavados a la piedra, los desteñidos, los rotos y los apagados con lejía que les hacen partícipes de una línea creativa con ecos de pasado.
Quizás esta colección, por estar ya metidos en materia primaveral, destaque especialmente por la presencia de mayor número de prendas sport como las hoodies, alguna que otra varsity o los pantalones de lycra con goma elástica para salir a la calle más relajados o hacer deporte llegado el momento. Versátil, funcional y con reminiscencias del pasado presentes hasta en la más mínima costura ¿verdad que no disgusta?
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