
Los beneficios que desconoces del entrenamiento de fuerza
Solemos prestar mucha atención al entrenamiento destinado a quemar calorías y grasas, restando así importancia al trabajo que nos permite desarrollar la fuerza muscular. Sin embargo, el entrenamiento de fuerza puede ofrecer grandes ventajas y por eso, hoy te mostramos aquellas que desconoces y necesitas saber para reivindicar su práctica.
Puede ayudarnos a rendir más
Desarrollar la fuerza muchas veces se ve como la capacidad de levantar más peso, sin embargo, tener músculos fuertes implica también que estos rendirán más en nuestro deporte preferido.,
Así, si queremos ser más veloces corriendo por ejemplo, trabajar la fuerza muscular y ganar potencia es de mucha ayuda, pues además, retrasará la presencia de fatiga muscular y por eso, contribuirá a un mejor desempeño deportivo.
Aunque habitualmente realicemos actividades aeróbicas, el entrenamiento de fuerza ofrece sus ventajas para rendir más y mejor.
Contribuye a prevenir lesiones
Si queremos un cuerpo resistente al daño, entrenar la fuerza puede ser parte del proceso para prevenir lesiones, ya que músculos, tendones y ligamentos fuertes tienen menos riesgo de dañarse así como también, protegen nuestras articulaciones.
Por eso, si nadamos habitualmente, entrenar la fuerza dentro o fuera del gimnasio no sólo nos hará rendir más sino también, nos ayudará a prevenir lesiones propias del ejercicio habitual.
Asimismo, un estudio realizado con adultos mayores ha comprobado que el entrenamiento de fuerza ayuda a conservar la masa ósea y prevenir entre otras patologías, la artritis, la osteoporosis y reducir el riesgo de fracturas.
Beneficia la salud mental
Científicos de Georgia han demostrado que el entrenamiento de fuerza puede influir positivamente en diferentes procesos cerebrales ayudando entre otras cosas, a reducir la ansiedad y el dolor.
Además, favorece los procesos cognitivos, reduce los síntomas de depresión y mejora el autoestima así como la calidad del sueño en personas deprimidas, todo lo cual se traduce en mayor bienestar general que puede ocasionar el entrenamiento de fuerza por afectar positivamente procesos mentales.
Claramente, el entrenamiento de fuerza no sólo ocasiona beneficios a nivel físico sino también a nivel mental y emocional, lo cual sin duda se traduce en mejoras generales en nuestro cuerpo.
Ayuda prevenir enfermedades metabólicas
Siempre pensamos que para reducir la insulina y la mejorar la tolerancia a la glucosa así como reducir el riesgo de sufrir diabetes es mejor la actividad aeróbica, sin embargo, un estudio publicado en la revista Metabolism señala que el entrenamiento de fuerza tiene similares efectos que el ejercicio aeróbico en este sentido.
Así, el entrenamiento de fuerza también puede ayudarnos a mejorar parámetros metabólicos que no sólo pueden reducir el riesgo de sufrir dislipemias y diabetes, sino también, hipertensión arterial y otras enfermedades cardiovasculares.
Permite vivir más
Un reciente estudio de la Universidad de Sidney señala que el entrenamiento de fuerza reduce el riesgo de muerte prematura por diferentes causas en un 23% y en un 31% la probabilidad de muerte por causas relacionadas con el cáncer.
La investigación además concluye que el entrenamiento de fuerza sencillo, sin cargas añadidas ni equipamiento costoso como el que podemos realizar en casa o en cualquier otro lugar fuera del gimnasio, es igual de efectivo que el que realizaríamos en un centro de fitness.
Todo esto nos lleva a pensar que desconocemos muchos de los beneficios del entrenamiento de fuerza y que subestimamos sus ventajas respecto al entrenamiento aeróbico, cuando el primero puede tener iguales efectos positivos que este último y por ello, su práctica merece ser reivindicada.
Por supuesto, la combinación de entrenamiento aeróbico con entrenamiento de fuerza siempre será más beneficioso que la práctica de cualquiera de los dos de forma aislada, por ello, si buscas un cuerpo sano y en forma, lo mejor es trabajar la fuerza además de quemar calorías y ganar resistencia.
Bibliografía consultada | American Journal of Preventive Medicine, Volume 25, Issue 3, Supplement 2, October 2003, Pages 141-149; American Journal of Lifestyle Medicine, Vol 4, Issue 5, 2010; Metabolism, Volume 42, Issue 2, February 1993, Pages 177-184.
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