Tras este invierno de zapatos cerrados, nuestros pies se ven resentidos y desatendidos, ya que en esa estación le damos más importancia a ir protegidos del frío que a su cuidado más estético.
Podemos presentar callos, rojeces y uñas amarillas o poco saludables, y de cara al verano en que llevamos calzado descubierto, esto no es precisamente una buena impresión. Reparar el daño no es complicado, los pies son muy agradecidos y con un poco de tiempo podemos lucirlos perfectos.
Lo primero que debemos hacer es exfoliarlos, y los mejores productos para ello son los que contienen piedra pómez, que ablandan las callosidades y nos ayudan a eliminarlas fácilmente con ayuda de una lima para pies.
Después podemos aplicar un producto que los hidrate y refresque para así mejorar las irritaciones. Se puede ayudar a su circulación con masajes desde el tobillo hasta los dedos.
Con el calor algunas veces tienden a hincharse por lo que es saludable ponerlos en agua tibia con un poco de sal y vinagre, y en la medida de lo posible, caminar sin calzado por la arena o el césped.
Las uñas, lo principal es cortarlas correctamente, porque también soportan el peso del cuerpo. Debemos tener especial cuidado con los bordes laterales ya que pueden incrustarse, para ello, las tijeras son excelentes de manera que las esquinas queden redondas (tampoco hay que cortarlas en exceso).
Luego podemos limpiarlas con un palito de naranja, junto con nuestra crema habitual o un producto para cutículas, tras esto, pasa la lima cuidadosamente sobre las uñas amarillas con movimientos circulares.
Para los pies que están demasiado estropeados es recomendable ir al podólogo y seguir esta rutina en casa, además podemos adquirir alguna línea de cuidados especialmente para ellos y así mantenerlos impecables.
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