
Normalmente creemos que, una vez nos hemos atrevido con la depilación, lo peor ya ha pasado. Si eres primerizo pronto verás que es un error… Los que han repetido, lo saben.
Uno de los principales problemas de depilarse son los “pili incarnati“, o pelo incrustado para el resto de los mortales. Para nuestra desgracia no se limitan a la barba, sino que puede aparecer en cualquier parte del cuerpo que hayamos depilado.
A veces el pelo no tiene la fuerza suficiente para romper la piel que se encuentra encima y salir. Puede ser porque ya llevemos tiempo depilándonos y se haya debilitado desde la raíz (bien por nosotros, sobre todo si aspiramos a cero pelos forever), o simplemente porque sí, incluso aunque sólo hayas utilizado cuchilla y salgan pequeñas púas.
Una vez que ya ha ocurrido no tiene otra solución salvo armarnos de paciencia con un alfiler y tener más pulso que dios para no hacernos una carnicería. La gracia estar en evitar que ocurra.
En el mercado hay varias cremas exfoliantes para el cuerpo. Sin embargo, ya hay que estar otra vez cremita arriba, cremita abajo, esperando que haga efecto pero sin pasarnos que nos quemamos la piel, buscando tiempo para hacerlo, recordando las instrucciones… Si para vosotros esto es tan tedioso como para mí, vuestra solución es una esponja.
Tan sencillo, ¿verdad? Pero claro, no una esponja cualquiera, una esponja exfoliante. Alguno ya se estará echando a temblar. No, no os preocupéis. Las venden hasta en los chinos, ayer mismo las vi en el Carrefour. Tienen la forma de una especie de rosa o pomón, y sólo tenemos que aplicarlas una vez a la semana, durante la ducha, en círculos sobre la piel con jabón. Si la dureza de tu piel lo permite, puedes recurrir a ella más a menudo.
En realidad, parece que no está haciendo nada y puede ser un poco frustrante. Sin embargo, la esponaja retira las células muertas y facilita al vello su salida al exterior.