
Llevar gafas a diario puede ser una lata, pero no todo el mundo puede con las lentillas. Hay gente que no consigue ponerse un par en la vida porque le da repelús la idea de meter algo en el ojo. Otros, como yo, si no necesitan las gafas nada más que para leer y el ordendor prefieren ponérselas a ratos y olvidarse del engorro de las lentillas (yo llevo fatal lo de no poder quedarme dormida con ellas puestas).
Para los que quieran dejar respirar el ojo, han tenido mucha suerte porque hoy en día hay de todo y para todos los gustos en el mercado. Esta temporada continúan llevándose las gafas de metal con parte del cristal al aire, normalmente la de abajo.
Aunque aún se pueden encontrar sin problemas las gafas con el cristal entero al aire, tengo entendido que se rompen con más facilidad, así que si vas a invertir en unas buenas gafas para varias temporadas y valoras el dinero que gastas, yo las eligiría parcialmente al aire, pero es cuestión de gustos.
Para que no digáis que sólo os ponemos cosas de marcas caras e inaccesibles, aquí tenéis también unas de la colección de Alain Afflelou, para convenceros de que la mitad de las veces ponemos marcas sólo porque es más sencillo encontrar buenas fotos.
Lo bueno de las gafas es que, en realidad, vale casi todo. Aunque la moda de las gafas de pasta pasó hace relativamente poco, ya están volviendo otra vez y conviven perfectamente con las gafas de metal. Yo tengo unas de cada, para combinar.
En cuanto a los colores, lo mejor es optar por los clásicos, la Tríada Cromática de la que ya hemos hablado alguna vez: negro, marrón y azul marino. Estos van con todo, y es genial si no tienes veinte pares para ir cambiando.
Imagen | Victorio y Lucchino, Alain Afflelou