¿Eres ya un hombre? Lee con atención porque es posible que sigas siendo un niño

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En las lejanas montañas que se encuentran entre Venezuela y Brasil reside la tribu nómada de los yanomamo a quienes el profesor Napoleon Chagnon de la Universidad Estatal de Pensilvania y principal etnógrafo de la tribu ha denominado el “pueblo feroz” [1]: es uno de los pueblos más violentos de todo el continente y cuando el varón yanomamo alcanza la madurez su cuerpo está repleto de cicatrices. Uno de los rituales para alcanzar oficialmente la edad adulta es lanzarse desde una montaña o un árbol, con una cuerda atada a los pies para aterrizar en el suelo: a menudo los adolescentes que sobreviven se rompen varios huesos pero ya pueden considerarse "hombres" a ojos de la tribu, otros ni siquiera lo cuentan.

En nuestra sociedad sería un tanto curioso que un chico de veinticinco años se lanzase de un piso en el barrio de Malasaña aterrizando sobre una fixie para demostrar que ya es un hombre. Por fortuna en Trendencias Hombre tenemos otro método menos doloroso y violento que te ayudará a descubrir si por fin puedes considerarte un hombre hecho y derecho o si a pesar de tener treinta años sufres el síndrome de Peter Pan, de modo que te presentamos una serie de pasos o "rituales hacia la madurez" que has tenido que superar y entonces sí, oficialmente, te damos el carnet de hombre adulto.

Vives solo

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Un hombre adulto vive solo. Si no vive solo, comparte piso, que la vivienda está muy cara. Lo que no puedes pretender es ser un hombre adulto y seguir viviendo en casa de tus padres, por el amor de Dios. Nadie, repito NADIE que viva en casa de sus padres puedes considerarse un adulto. ¿Dónde está tu independencia? No puedes perorar sobre las novelas de Bukowski o la última película de Spike Jonze si tu madre te sigue lavando los calzoncillos, ¿cómo demonios las estás entendiendo, maldito infantiloide? ¿Qué amplitud de miras puede tener una persona que come todos los días a mesa puesta y que no puede llevar mujeres a casa?

Independízate, cuanto antes mejor. Si vives con tus padres, no sigas leyendo. Qué bochorno.

Sabes cocinar

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Un hombre sabe cocinar porque como comentábamos en el punto uno: vive solo. Un hombre adulto ha dejado atrás su etapa de estudiante cerdo y mantiene ciertas normas de higiene y decencia en su hogar, sabe, por ejemplo, preparar al menos dos o tres platos elaborados, sabe encender un horno y jamás ha vuelto a preparar una "boloñesa" con tomate frito Solís y carne picada del Día de un euro, exceptuando quizás un día puntual de resaca.

No digo que sea un mago de los fogones y que tenga una estrella Michelín (aunque siempre es un plus) pero sí que sepa arreglárselas en la cocina, que no le sea un lugar desconocido.

Te han dejado por lo menos una vez

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Si te han dejado muchas veces y siempre por los mismos motivos no hay vuelta de hoja: sigues siendo un niño que no quiere crecer, un Rob Fleming de manual que ni el mejor Nick Hornby podría haber descrito. Sin embargo, sobrevivir a una ruptura es un paso hacia la madurez. Te han dejado, lo asumes y maduras. Si lo piensas con el tiempo es posible que esa chica te estuviese haciendo un favor, teníais 22 años y llevabais juntos desde los 17, ¿no te sientes liberado? Si pudieras viajar al pasado deberías agradecérselo.

Porque esa chica ha conseguido algo muy importante: que no permaneciese en tu vida como la liana 2 que sigue a la liana 1 (tu madre) y por tanto, te has independizado y has aprendido a cocinar.

Has dejado a alguien por lo menos una vez

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Parece similar pero no lo es, mi querido pseudohombre. Porque para ser un hombre adulto tú también has tomado la decisión de dejar a alguien. Has comprendido que a veces se está mejor solo que mal acompañado, has salido de tu zona de confort, de ese diminuto estudio en Lavapiés en el que ya habías colocado tus cedes y tus libros y hasta un póster de tu grupo de música favorito porque, pese al dolor, te has dado cuenta de que no te veías el resto de tu vida con esa persona.

Es una opción valiente y requiere coraje: no todos los hombres lo hacen, algunos conviven con una persona a la que odian durante el resto de su vida.

Tienes al menos un traje en el armario

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Quizás incluso más, porque la madurez es eso: tener un traje y unos zapatos en el armario porque nunca sabes cuándo podrás necesitarlos. Es más: la madurez es comprarse un traje decente por primera vez y dejar de pedírselo a tu hermano o a tu padre cuando te invitan a una boda o a un funeral o tienes una entrevista de trabajo. Tener un traje es indispensable para un hombre adulto. Tener más de uno es otro plus.

Bebes en casa o en los bares

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Un hombre adulto no hace botellón, es una chiquillada y una ordinariez. Ser un hombre es tener un salón propio (punto uno) o compartido al que poder invitar a tus amigos a tomar unas copas. Ser un hombre es no cogerse esas cogorzas ridículas de cuando eras universitario y te liabas con Ana para luego vomitarte los zapatos. Ya no haces el subnormal cuando bebes: no entras a mujeres a diestro y siniestro ni bailas ridículo para hacerles gracia a tus amigotes.

Ser un hombre también es entrar en la coctelería de moda de tu ciudad y pedir un gin tonic sin mirar el precio. Beber en bares, disfrutando de la copa, no esperando ansioso a que te suba el efecto del alcohol. Un pedo divertido siempre te lo puedes coger, que eres un hombre, pero ante todo eres PERSONA y SER HUMANO.

Has leído y sigues leyendo

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Lo tuyo pueden ser las novelas, los estudios científicos, las guías de viajes, los ensayos, la poesía o simplemente los artículos del Guardian, pero lees. Un hombre adulto es un tío leído, un tío culto. A nadie le gusta tener una conversación con un hombre que solamente sabe hablar de fútbol y de su última fiesta a excepción, supongo, de los otros colegas del fútbol o de tu última fiesta. Un hombre es una persona sensata que no deja de aprender porque la sociedad le haya dicho que ya no tiene por qué aprender más (por ejemplo, cuando terminas la Universidad). Complétate, apasiónate por algo, desvívete por cualquier tema. Tu vida será mucho más interesante (para ti y para el resto).

No tienes miedo al no

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Cuando eres adulto o simplemente una persona con autoestima y sin traumas de exclusión en el colegio puedes permitirte el lujo de decir que no. Decir que no a un plan de salir porque prefieres ir al cine. Decir que no a esa "quedada" con amigos de cada martes que cada vez puede más con tus nervios porque ya no tienes nada que ver con el Socio, el Pascu y el Chino. Decir que no a eventos. Decir que no a mujeres que no te interesan. Decir no es una liberación, un placer adulto.

Tienes hobbies

Puede ser el surf, el skate (sí, un hombre puede hacer skate al menos hasta que no tenga peligro de romperse la cadera haciéndolo), el deporte de riesgo o puede ser estudiar aves, participar en una ONG o el vino. Pero ten hobbies, ten cosas que hacer, que te ilusionen. Un hombre interesante e independiente tiene muchas formas de ocupar su tiempo sin depender de los demás. Un hombre adulto, y aquí es a lo que voy, no se mueve en grupo o en manada. Ya no requiere de "la pandi" para hacer planes constantemente ni pasa sus tardes bebiendo cerveza en una casa, un parque o un bar. Si haces eso eres todavía un adolescente.

Si has superado la mayoría de estos rituales de iniciación solo me queda decir que enhorabuena, aquí tienes tu carnet oficial de hombre adulto. Y si no lo has conseguido no te desanimes, al menos no perteneces a la tribu de los yanomamo.

[1] De libro "Vacas, cerdos, guerras y brujas" de Marvin Harris

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