Dicen que la verdadera esencia de un hombre se descubre mirando con atención sus pies. Cuidarse las manos, el pelo, la cara, la ropa, es obvio porque sabes que la gente va a prestarles atención, algo que se va a ver. Por eso no hay que fiarse mucho de la buena impresión que cause alguien con una bonita sonrisa y un pelo bien arreglado. Para ver más allá, mira más abajo.
Cuidarse los pies es fundamental para mantener una higiene personal óptima porque precisamente los pies suelen ser un punto débil, un bonito caldo de cultivo para todo tipo de hongos. Además, suelen ser hongos muy resistentes. Por otra parte, no hay nada más feo que un pie mal cuidado.
Cuando uno se inicia en el cuidado de sus pezuñas, una de las primeras herramientas a considerar es la piedra pómez. Nunca un instrumento tan sencillo fue tan útil. A partir de cierta edad, prácticamente todo hijo de vecino tiende a tener durezas en los pies. Es un asco, y es normal, pero no tenemos por qué aceptarlo. Para ello dios inventó la piedra pómez.
También puede usarse en manos, codos, rodillas, con la intención de limar asperezas de nuestra piel si somos de piel dura propensa a encallecerse. Hay quien recomienda añadir jabón a la zona a suavizar si el la dureza tiene un grosor importante, porque se potencia el efecto de la piedra.
La piedra pómez es muy fácil de encontrar en cualquier perfumería, herboristería, y grandes superficies de todos los colores. Es un imprescindible en el cuarto de baño y además es muy barata, así que no tenéis excusa para quedaros con esas horribles durezas en los pies. Y no, la pereza no es válida.
En Arrebatadora | Bendita piedra pómez